El
acto de comer y la alimentación en general son muy importantes en relación a
nuestra historia emocional, en este punto es importante determinar si nuestros
niños comen por escape emocional o por hambre real.
¿Cuáles
son algunos indicadores de comer por escape emocional?
- Comer en respuesta a las emociones o situaciones, no para
satisfacer el hambre
- Sentir una necesidad urgente de comer
- Antojo por un alimento específico o tipo de comida
- Comer más cantidad de alimentos que lo normal
- Comer en momentos inusuales durante el día (por ejemplo, muy noche)
- Aumentar demasiado de peso de manera repentina
- Sentir vergüenza o culpa por comer
- Sacar a escondidas los alimentos cuando tiene mucho estrés
- Esconder los recipientes vacíos de comida
También puede formularse estas preguntas sobre su
conducta alimentaria:
- ¿Ha estado tomando porciones más grandes de lo normal?
- ¿Come a horas poco habituales?
- ¿Observa una falta el control con respecto a la comida?
- ¿Puede estar ansioso o nervioso por algo, como su escuela, una
situación social o un acontecimiento donde lo van a evaluar?
- ¿Le ha ocurrido algún acontecimiento vital importante que le está
costando mucho afrontar?
- ¿Tiene sobrepeso, o ha aumentado mucho su peso?
Es importante acudir con los especialistas cuando
éstos indicadores apunten a un problema con la comida, y evitar usar
“medicamentos milagro”.
Algunas situaciones y emociones comunes
relacionadas con comer por escape emocional incluyen lo siguiente:
Incluso las emociones positivas, tales como
felicidad, algunas veces pueden provocar comer por escape emocional.
¿Cómo podemos ayudarl@s?
Si
observamos indicios de comer por escape emocional en su hijo, hable con él o
ella sobre sus inquietudes. Sea amable. Manténgase positivo. Ayudar a su hijo
puede ser tan simple como tener una conversación afectuosa y calmada.
Ayude
a su hijo a desarrollar una respuesta saludable a sus problemas, tal como
enfocarse en las soluciones. Anime a su hijo a hablar sobre las emociones que
activan su comportamiento de comer por escape emocional. Piense en otras
maneras de manejar esas emociones. Por ejemplo, su hijo podría salir a caminar
cuando se sienta estresado o llamar a un amigo cuando esté aburrido.
Es
importante desde pequeños formar hábitos alimenticios saludables, esto implica
una dieta balanceada en calorías y afectos. Por ejemplo, una comida nutritiva
cuando esté enfermo, expresándole cuidado y amor. Incluso preparar los
alimentos juntos le genera el hábito de autocuidado, sentimientos de seguridad
y autonomía.
Por
otro lado, el gabinete psicopedagógico de la Universidad de
Granada propone las
siguientes ideas para hacer frente a las situaciones que generan tensión:
- Realizar actividades que permitan renovarse desde el punto de vista físico y psicológico: descanso, vacaciones, deportes y actividades de ocio, técnicas de relajación.
- Practicar ejercicio físico. Actividades como caminar, nadar, o incluso, limpiar el hogar, reparan fuerzas y reaniman.
- Evitar la automedicación, el abuso de cafeína, alcohol y las comidas excesivas.
- Establecer límites, aprender a decir "no" y suspender las actividades que son menos prioritarias.
- Organizar el tiempo. Priorizar y estructurar las actividades y expectativas.
- Intentar mantener expectativas realistas. Esperar demasiado de uno mismo o de los demás, exigirse perfección o ser inflexible con las prioridades puede generar mucha frustración.
- Compartir las emociones: buscar alguien con quien conversar y expresar las emociones, tanto las positivas como las negativas.
- Anticipar las situaciones estresantes y prepararse para ellas, imaginar la situación y practicar las respuestas y reacciones.
Desde nuestro nacimiento el acto de “dar pecho”
constituye una fuerte relación entre la alimentación y nuestro estado
emocional. Cuidemos a nuestros niñ@s y construyamos un puente saludable entre
el bienestar físico y psicológico.
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